La Madeleine

Uno de los lugares de obligada visita las veces que he venido a EEUU es La Madeleine, una franquicia de desayunos y comidas que pretende ser un coqueto rincón francés en cada estado.

Mi hermano haciendo el canelo

La Madeleine me trae buenos recuerdos. Nos hemos reído mucho en este sitio, la comida está rica y es agradable, aunque sepa al 100% de que nada es hecho a mano. Sin emabrgo, un nubarrón se cierne sobre este local según me han comentado mis fuentes (mi cuñada) esta mañana. Al parecer, el gobierno americano ha obligado a todos los establecimientos de comidas a especificar las calorías que contiene todo aquello que sirven. Y La Madeleine no ha salido muy bien parada… Me parecía extraño que estuviera tan vacía esta mañana (la recuerdo a rebosar con decenas de clientes zampándose desayunos y brunchs más grandes que diez estómagos) y quizá era la hora, pero al parecer también ha influido de un tiempo a esta parte el hecho de que su comida digamos que tiene… ¿el triple? de las calorías que debería tener para considerarse saludable… Sin embargo, por el cariño que le tengo a este sitio, he decidido erigirme en su Juana de Arco. Porque… ¿¿quién se puede resistir a esto??

Me temo, queridos lectores, que poca gente puede resistirse al amable trato de los camareros, la pequeña (y falsa) chimenea cuyas llamas juguetean aunque fuera haga 30º, los muebles de madera, los aperos de labranza y panadería… Pero, sobre todo, NADIE puede resistirse a las potato galette, las palmiers, las blueberry muffins, las lemon madeleines… Además, un sitio donde cuando vas al baño tienen puesto un CD con lecciones de francés no puede ser malo para la salud… :) La Madeleine tiene un je ne sais quoi… Como reza el sugerente cartel que da la bienvenida al cliente escapate del mundo y entra en La Madeleine…

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