Con mandil thai

cartel

 

Trabajar full time en algo implica que generalmente tienes poco tiempo para reciclarte. Es un mal endémico, creo, de todos los lugares en los que he trabajado y en la escuela este problema se multiplica porque no puedes estar en dos sitios a la vez. Sin embargo, siempre he pensado que a veces es mejor parar un momento para hacer otras cosas y una de las que más me gusta es pasarme al otro lado, de profe a alumna. Y estando en un lugar tan diferente a lo que estamos acostumbrados ¿cómo evitar la tentación de no hacer un curso de cocina en Tailandia?

Dicho y hecho. Son muchos los talleres culinarios que podréis encontrar por aquellos lares; la gastronomía del país es uno de sus fuertes y lo explotan con las clases de cocina como una oferta turística más. Imagino que siendo tantos los lugares que puedes elegir, habrá talleres mejores y peores pero estoy convencida que nosotros acertamos de pleno. Al menos, y pese a ser turísitca a tope, la Chiang Mai Thai Cookery School nos ofreció mucho de lo que yo considero que debe tener un curso de cocina: organización, buen trato al cliente, nivel pedagógico, divertimento  y mucha generosidad.  El único ‘pero’, por ponerle alguno, es vender la escuela y los talleres con la cara  y el currículo de su fundador (Sompon Nabnian) quien, en realidad, ni se asoma por el aula. Aun así, lo pasamos pipa.

La cosa comenzó con un viaje en furgoneta hasta una oficina en Chiang Mai donde nos encontramos con el resto de alumnos. Allí se hicieron las presentaciones y nos llevaron de nuevo en un viaje como de una hora y pico hasta una casaza impresionante en uno de los barrios ricos a las afueras de la ciudad. El aula de cocina no era otra cosa que un precioso patio cubierto por un tejado de madera con estaciones de cocina individuales, donde nos recibieron con café y té. Cocinar al aire libre… un sueño imposible de cumplir en Vitoria! :D

El curso que habíamos elegido consistía en la elaboración de los platos tailandeses más típicos, desde el pad thai hasta el curry, dividido en dos partes. La primera consistió en un acercamiento a los ingredientes principales en la gastronomía del país. Algunos desconocidos como el ginza (una especie de jengibre pero con bastantes más bemoles), morning glory (como una borraja), monkey bean (una alubia verde tipo francesa pero muuuuy larga), el lemongrass (cidronela) o la eggplant (una berenjenita enana y verde) y otros más como el cilantro (que les encanta y a mi también) o el chile, que nosotros no lo usamos mucho y ellos yo creo que lo comen hasta en el desayuno!  También se vieron condimentos como la salsa de ostras o la salsa de pescado, un mejunje que proviene del pescado fermentado en barriles durante varios días, de aspecto poco apetitoso así descrito, pero que sabe muy rico y ellos emplean como sazonador en sustitución de la sal, que apenas está presente.

Hechas las presentaciones con nuestros ingredientes, allí que nos pusimos manos a la obra Luis, una servidora y los presentes con todo medido y pesado. La dinámica del taller también me pareció la bomba. Teniendo en cuenta que la comida thai es de cocinar y comer, nos explicaban el plato, lo poníamos en práctica y nos lo zampábamos, es decir, bien para el alumno y bien para ellos, que tenían todo limpito y preparado para la siguiente receta mientras tú estabas atendiendo a las explicaciones. No obstante, reconozco que el último plato lo probé por no hacer ascos a la profe, pero estaba ya un poco llenísima.

Os dejo los platos que salieron de estas manitas, a saber:

  • Tom Yam Goong (mi sopa preferida)
  • Curry verde con pollo
  • Pastelitos de pescado estilo thai
  • Pad Thai (los fideos tailandeses más famosetes)
  • Ensalada de pollo picado
  • Waterchestnut (una fruta que nosotros no tenemos y que es como una castaña pero jugosa) con sirope de azúcar y leche de coco

P.D.: Una de las cosas más interesantes que aprendí y de la que no tení ni idea. Los chiles verdes son más picantes que los rojos, al estar menos maduros. Si quieres que tu plato sea un poquito picante, añade el chile entero. Si quieres aumentar la gracia picantona, córtalo en dos. Y si quieres que te abrase la boca, picalo finito… y verás :)

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