Nuestra masa madre Nadine cumplió con las expectativas. El pan está…. delicioso!

En esta ocasión, decidimos añadir un poco de levadura de cerveza, que no sólo ayudó a la masa madre en los levados, sino que también le ha conferido al resultado (corteza y miga) un sabor sabroso y diferente.

El corte del pan es limpio, de miga compacta y suave. Lo probamos con aceite de oliva virgen y está exquisito. Lo probamos con queso de un tar y salmón ahumado y… en fin! Y esta mañana le hemos atacado en el desayuno, esta vez con tostadora. Para mi gusto, el tueste revive estos panes y resalta en ellos cualidades como el aroma, mucho más inteso y, por supuesto, una textura crujiente perfecta para mermeladas, confituras o un desayuno salado. Sin emabrgo, este pan ha competido esta mañana con otra nueva creación que probamos a elaborar mientras esperábamos el segundo levado.

La creatividad en la cocina es muy importante para cogerle el gustillo. Nuestros ciruelos nos han dado este año una cosecha digna de panaceas bíblicas. Después de hacer dulce de ciruela ecológico de distintas clases, ha llegado una segunda remesa de ‘cojón de fraile’ que están incluso más buenas que las primeras. Así que nos liamos la manta a la cabeza y elaboramos unas cookies con harina de espelta integral, azúcar mascobado, canela y unas cuantas ciruelas trituradas. El olorcillo que dejó el horneado en la cocina prometía. Y el resultado cumplió con el refrán de ‘si bien huele, mejor sabrá’. Galletitas que combinan el dulzor del aúcar y la ciruela con la ligera acidez de la piel, de textura blandita y con algunas partes del azúcar caramelizado, que recuerdan a los trocitos de toffee. ¿Quién dijo que los productos integrales no eran sabrosos?